sábado, 18 de julio de 2020

DIA 120 "Trastorno de Ansiedad a la Enfermedad"


Quién diría que desde la última vez que me senté para volcar algo en este blog han pasado veinte días. Y sí, fue cuando el general marioneta, el coronel firulete y el teniente coronel zurdito nos dijeron que había que endurecer por 15 días la cuarentena (que son 40) y que repetíamos en la forma de novena quincena, eso es el equivalente a tres cuarentenas. ¿Me entendió? Es que es así como también manejan la economía, pero agarre una calculadora y va a ver que no es un mero juego de palabras.
Mientras tanto pasamos los días muy bien guardados. Comiendo lo justo y necesario para que nos sigan entrando los pantalones, educando a nuestra peluda mascota que decididamente comprendió que nos reverenciamos ante sus dientes o lo que es peor, uno comienza a suponer que la educación de nuestras hijas salió de pura casualidad. Durmiendo un poquito más. Dándonos esporádicos y medidos momentos de sabores Malbec. Descubriendo que a mi esposa también le salen canas. Tratando de que no se descargue la batería del auto e imaginando un futuro tipo Walt Disney.
Estaba en eso cuando ayer al mediodía aparecieron otra vez Tiburón, Delfín y Mojarrita esta vez con un séquito de adulones chupamedias algo inútiles y por sobre todas las cosas chorros. Después de escuchar lo mismo que la primera vez, allá por el 19 de marzo de este año y “después de Cristo”, comprendí que seguiríamos con la cuarentena de quince días por otros tantos que luego volverían a multiplicarse por tres para hacer “sí” cuarenta días que nos llevan al mismísimo 31 de agosto de esta era. Pero claro, eso no lo dijeron.
Así las cosas comienzan las dudas. Después de cuatro meses estamos como cuando comenzamos. Qué, no lo sabemos porque ya pasó demasiado tiempo. Lo cierto es que mientras escuchamos a economistas hacer pronósticos, a opositores hacer pronósticos, análisis, deducciones y “Zoom”, a los Sindicalistas y referentes de las distintas organizaciones barriales… (esto no se debe hacer pero es importante el ejercicio: piense lo que dicen las referidas personas)… ¡Bingo!, porque jamás dijeron nada, mientras escuchamos a los epidemiólogos contarnos cómo va la pandemia, a los infectólogos cómo va la “infectación”, a los politólogos decir siempre lo mismo pero con una sonrisa, a los cardiólogos que se va a morir más gente este año por infartos, a los oncólogos que se va a morir más gente este año por cáncer, a los proctólogos cómo nos va a quedar “el tujes” en la post-pandemia, no podía ser menos. Le puedo asegurar que una persona como yo, que desde hace 120 días se está estudiando frente al espejo cuándo aparece el primer síntoma, requiere meterse en una cámara hiperbárica (por las dudas) y dormir hasta que le digan: “Poné el bracito que esta es la VacuVid19. Ahora a vivir la vida…”
Sucede que creo que padezco Hipocondría. Mi amigo, que solo por casualidad es médico y psiquiatra me dijo que lo mío es un Trastorno de Ansiedad a la Enfermedad, que vendría a ser lo mismo pero que pone blanco sobre negro agregándole el tema “ansiedad” a esta imposible forma de controlar mi amígdala frontal (no me voy a poner a explicarle ahora cómo funciona, aunque me muero de ganas).
Ya me agarró escalofríos pero no era fiebre, tos pero fue porque tragué torcido, inapetencia pero era que estaba muy ansioso, dolor de cabeza pero era sencillamente tensional, odinofagia y anosmia terminó siendo una mandarina que no servía para nada, sensación de falta de aire una vulgar opresión nerviosa, dolor de garganta que finalmente fue reflejo producto de una pequeña llaga detrás de la lengua…
Mi querido amigo, no se lo deseo a nadie. Es más cuando a uno le dicen “te pasaste 120 días de tu vida perdidos entre miedos y temores infundados cuando en verdad deberías de haberlos transcurrido en plena armonía” y luego le escrachan la pregunta “¿y te pasó algo?” uno se siente exactamente eso que está pensando.
“Sucede por un exceso de información”, es la lacónica respuesta de mi amigo profesional. Y agrega: cuando no alcance tu capacidad de ver la realidad con tranquilidad con un poquito de alplazolam te hago brotar una sonrisa.
Cuando uno vive de esto y me refiero al periodismo y no a la manía obsesiva y compulsiva de auto enfermarse se hace difícil entenderse. Pero si a todo esto le agregamos que desde nuestra magnánima dirigencia política Alberto Fernández II pasa de aparentar un hombre democrático a extrañar a lo más selecto del populismo dictatorial de América Latina, o a afirmar que Venezuela con “sus cositas” es una democracia o que nunca creyó que expropiar Vicentín nos iba a poner de mal humor, queda evidenciado que la dinastía Fernández carece del equilibrio justo para la vida política de la República.
Y sucede que entre un par de desequilibrados emocionales porque aquí entra como protagonista la reverenda madre de todas estas batallas, y estoy haciendo referencia a la emperadora empoderada que está convencida que la historia ya la absolvió, Cristina Fernández I, más un grupo de lacayos millonarios (algunos muertos) otro detenido pero la mayoría impune, vamos camino a ser sobrevivientes de una peste que desde hace 75 años viene azotando nuestra Patria. Y no es exclusivamente el peronismo mi querido lector. Es la berretada Casta Política de la que no somos capaces de desintoxicarnos. ¿Quién nos gana? ¿El Covid19 o la CP20? Lo consulto con mi amigo y vuelvo.